Agosto 1984:
Nado contra olas altas. A pesar de que hay bandera roja, estoy a 400 metros de la orilla. Experimento una sensación indescriptible de fuerza, de potencia, de libertad y aprendo a amar el mar. Lucho y no me rindo, alcanzo una banco de arena y apenas puedo mantenerme en pie. No estoy sola. Junio 1986:
Domingo, 14:53. Suena el timbre. Mi hermano está en la puerta. Es dieciséis años mayor que yo. Descubro que no soy hija única. De ahora en adelante, tengo que convivir con el hecho de haber sido engañada. Indago y descubro ocho medio-hermanos que tuvo mi padre con seis mujeres diferentes. Me propongo encontrarlos sin importarme cuánto tiempo me vaya a llevar. Septiembre 1990:
Conozco desde hace cinco meses a Frank, mi gran amor. Sentimos un afecto muy profundo y nos adentramos hacia una vida nueva. Nos mudamos a un lugar en el que ha conseguido trabajo por casualidad. Me voy de casa de mis padres con una maleta llena de libros, un poco de ropa y 120 marcos. Tengo dieciocho años y no sé qué me espera. Quisiera no regresar jamás. Abril 1997:
Estoy sentada al lado del cuerpo de mi padre. Acaban de apagarle el respirador artificial. Tiene 73 años. Me quito la mochila que cargaba con mentiras, alcohol y todo lo demás. Me siento aliviada y libre al fin. Febrero 1998:
Estoy acostada en nuestra cama junto a Frank. Tengo en brazos a mi hija, que ha venido al mundo hace cinco horas en el hospital. El sol brilla sobre su diminuta cara. Tiene el pelo oscuro y suave. Tengo una familia. Soy infinitamente feliz. Diciembre 2001:
Mi hijo acaba de despertarse de la anestesia. Apenas tiene un año y ha superado con éxito su segunda operación de corazón. Ahora sabemos que vivirá. Estoy infinitamente feliz y aliviada. Lo agarro firmemente en brazos y él me mira a los ojos. Marzo 2003:
El médico está frente a mí y me comunica que tengo una enfermedad hereditaria grave que puede provocar hemorragias cerebrales. Me entero también de que mis dos hijos la han heredado de mí. Desde ahora nuestra vida será completamente diferente. De pronto no puedo respirar bien. Abril 2010:
Estoy sentada con las piernas cruzadas en un templo budista y medito por primera vez. Siento la espiritualidad como una fuerza nueva que crece en mí y que nunca me dejará. Tras cuatro años de yoga estoy en un camino que me marca mi lugar y mi sentido en el universo, que me permite aceptar y dejar ir. Estoy agradecida. Enero 2012:
Mi hija está frente a mí y tiene puesto su flamante traje de esquí. Tiene a su perro en brazos y me mira sonriente. Le hago una foto que de ahora en adelante llevaré en mi corazón. Hace un año y medio que sufrió una hemorragia cerebral. Perdió la mitad de la vista y tuvo que aprender a hablar de nuevo y a orientarse en el mundo. Ha luchado para volver a vivir. Estoy llena de amor. Enero 2014:
Mi marido y yo paseamos de la mano bajo un brillante cielo azul de invierno. Miramos nuestra vida en retrospectiva, la conversación nos resulta difícil. En dieciséis años hemos dejado atrás doce operaciones. Buscamos un nuevo camino. El último año he conocido dos nuevos medio-hermanos, ahora sólo me queda uno. Me siento completa. Soy yo misma.