Septiembre 1973:
Mi madre me lleva de la mano, vamos a comprar a un lugar llamado economato. En la entrada hay un hombre muy alto, miro sus grandes botas de muchas amarras, recorro con la vista sus piernas hacia arriba, tiene los brazos doblados y sostiene cruzado un aparato de fierro, una metralleta, tiene un casco. El economato está cerrado, nos ordenan devolvernos. Hay toque de queda. Enero 1975:
Mi hermana se va a estudiar al extranjero. Todos lloramos, no quiero que se vaya. Quisiera irme con ella. Me prometen que volverá. Veo desde la terraza elevarse el avión, el estruendo retumba en el pecho, y en todo el cuerpo, y ya nadie me escucha llorar. Septiembre 1979:
Mi madre y yo nos topamos con mi padre acompañado de una mujer. Escucho a mi madre decirle algo, mi padre le pide que no haga escándalo, la mujer se balancea de su brazo. Nos alejamos de ellos. De regreso en la micro, lloro en el regazo de mi madre, escondida. Mi madre me dice que sea fuerte. Diciembre 1980:
Mi padre se lleva las cosas que el juzgado le da en el acta de separación. La que iba a ser mi cama, una mesa azul, la mitad de la vajilla, un televisor y su ropa. Mi madre y yo estamos juntas en el pasillo, ella me abraza por los hombros. Mi padre cierra la puerta y queda todo en silencio mientras nosotras seguimos mirando la puerta. Julio 1995:
Después de estar dos años y medio en Estados Unidos estudiando, mi hermana y mi madre deciden que debo volver. Estoy pololeando con un gringo, quedé seleccionada para el Instituto de Tecnología de la Moda de Nueva York. Pero a mi hermana ya le estorbo, tiene un hijo, soy un gasto, no tengo cómo quedarme. Marzo 2013:
Mi madre no puede respirar, la llevo a urgencias. Me dicen que está agonizando, que la lleve de vuelta a la casa y espere a que fallezca. A los 83 años muere mi madre mientras hablo con mi hermana por teléfono para planear su viaje. La velo en nuestra casa. Al menos está mi pareja, Luis. Octubre 2014:
Lo primero que pienso de Pablo es que es un verdadero fresco, pero no le doy importancia. Luego de un rato, al despedirnos, me pregunta el nombre, me dice que me buscará. No logro hablar más, me quedo mirando sus ojos y veo pánico en ellos. Algo lo asusta, quisiera ayudarlo, preguntar su nombre, pero no me salen las palabras. Marzo 2015:
Le digo a Pablo que debo dejar su amistad porque empiezo a experimentar sentimientos que no creo correctos. Pienso que es casado y tiene una hija, no puedo hacer lo que me hicieron a mí. Pero se burla, se ríe de mí, me hace sentir culpable. Parece que se trata de un juego al que no sé jugar. Diciembre 2015:
Obtengo más de 700 puntos en la prueba de selección universitaria. Es la segunda vez en la vida que la rindo. Mis amigos me celebran y yo no lo creo. Mi pareja me dice que no debería haber quedado seleccionada, que yo no leo, que qué voy a hacer allá. Le pido que se vaya de la casa. La relación se termina definitivamente. Abril 2016:
Estamos en un inauguración de arte y afuera llueve, hemos venido para conversar. Espero por una hora y Pablo no me habla. Llega una niña, lo abraza, lo trata en confianza, es muy cercana. No conozco a nadie allí. Estoy sola. Me retiro, él me acompaña. La lluvia cubre mis lágrimas, nadie nota que voy llorando por la calle.