Enero 1991:
Salgo de mi primera obra de teatro. Me acerco a papá para preguntarle qué le pareció y me responde que, por un lado, se siente triste y, por otro, contento. Le pregunto por qué: «Contento porque veo que estás dedicándote a lo que te gusta y triste porque siento que ya creciste, estás haciendo tu propio camino y tengo que soltarte». Octubre 1997:
Camino por Tokio, siento una desilusión total. Todos tienen los ojos rasgados como yo y sin embargo me siento más extranjero que nunca. Me pregunto dónde está mi lugar, si donde nací, en Argentina, o en el país de mis padres, Japón. Pienso que en ninguno de los dos. Octubre 2003:
En el Hospital Francés la Dra. Fernández me da el diagnóstico: soy portador de VIH. Enero 2006:
Acabo de conocer a Fernando, me gusta mucho. Me da vergüenza que lo note. Solo alcanzo a pedirle su número de celular. Cuando llegamos a la esquina de Santa Fe y Pueyrredón le digo que tiene que seguir de largo, yo doblo. Me puse nervioso. Febrero 2006:
Qué chiquito es Valentín, me da miedo agarrarlo. Temo que se me caiga de los brazos. Todavía no asimilo que sea mi sobrino. Enero 2009:
Apoyo en el suelo la pequeña caja con moño y dejo que salga Dom Pérignon. El cachorro comienza a explorar tímidamente todos los rincones del departamento. Noviembre 2009:
Me encuentro con mi hermano en un pub de San Telmo para contarle que soy gay, estoy en pareja con Fernando y soy portador de VIH. Febrero 2014:
Estoy tomando unas caipiriñas con Fernando en Ponto Da Barra y me propone que nos vengamos a vivir a Búzios. Noviembre 2014:
Me llama Juan para decirme que acaba de morir papá. Junio 2017:
Veo la sala llena, es la última función. Siento emociones encontradas. Alegría, tristeza, miedo.