Septiembre 1995:
Golpeo a mi hermano en la nariz e inmediatamente me acuerdo de su enfermedad en la sangre. Sangra. Me doy cuenta de que es la persona que más quiero y lloro. Agosto 1999:
Me peleo a golpes con un chico de la escuela y descubro algo en mí. Siento furia. Me siento vivo. Octubre 2000:
Un mes después de rendir el examen de admisión, llega la noticia de que no entro al colegio al que mis padres querían que fuera. Para mí no es importante y no había puesto empeño, pero veo sus expresiones y siento que los defraudé. Nunca más quiero sentirme así. Abril 2002:
En el funeral, mi abuela grita al ver el cuerpo de mi abuelo. Yo siento que es solo un cuerpo y me pregunto si debería sentir algo más. Septiembre 2009:
La chica que amo me descubre bebiendo en un bar con la chica que también amaré. Enero 2011:
Camino solo por la montaña en el sur de Argentina. Comprendo que, en el silencio, todo está vivo. Mayo 2013:
Festejo mi cumpleaños en Berlín con amigos. Nieva. Noviembre 2014:
Estoy en la casa de una chica. Son las cuatro de la mañana. Me despierto y voy al baño. Al mirarme al espejo me digo que tengo que dejar de hacer esto, que no tiene sustancia. Me lavo la cara y vuelvo a la cama porque me levanto en un par de horas. Febrero 2015:
Contra todos mis prejuicios me decido a estudiar astrología. Julio 2017:
Le detectan a mi mamá un problema de salud grave. Ella no quiere darme demasiadas explicaciones, pero yo sé que lo hace para no preocuparme. Descubro en mí una angustia desconocida hasta este momento.