Diciembre 1964:
Se me cae mi primer diente. Estoy contenta y corro a avisar a mi mamá. Pierdo el conocimiento y me desmorono mientras voy acariciándole a ella el pantalón. Ella llama a mi papá que duerme. ¡Vilo! Febrero 1965:
Me lastimo el dedo con la cajita de latón de los lápices de colorear. Me lo enjuago en la bacha del baño viendo cómo la sangre tiñe el agua que corre. Al momento siguiente estoy tirada en el piso al lado del bidet. Mi mamá asomada desde la cocina pregunta si estoy bien. Me doy cuenta que me desmayé. Marzo 1965:
Quiero ser fuerte y poder ver agujas y sangre sin desmayarme. Mary, la enfermera, es una señora de pelo canoso y una valija de Mary Poppins de donde saca una caja brillante de acero con agujas y jeringas. Me propongo ser valiente y mirar la escena, pero no puedo evitar desplomarme. Sueño que un tren veloz pasa tocando una bocina larga que se apaga como una nota. Agosto 1969:
En el descanso de mármol de la escalera del colegio estamos todas juntas. Es el recreo y, por turnos, cada una canta algo sola. Cuando me toca entono «Manuelita la tortuga», se crea un silencio alrededor y soy el centro de un momento dulce y tierno. Agosto 1985:
Rompo bolsa durmiendo y sueño que tengo una beba de cabello negro. Paso mi día de trabajo de parto en el estudio de mi marido. Mientras él da clases de piano yo intento dormir, pero la inquietud y los dolores me comprimen. Voy y vengo como una leona encerrada. En la clínica la doctora me mira fijo y me pone los puntos: «Vos la tenés que sacar». Es mi cumpleaños. Octubre 1991:
Revalido mi título y armo mi primer consultorio con un solo paciente. Es un alumno del profesorado de educación física al que le doy clases de psicología. Abril 1992:
Trabajo de psicóloga ad honorem en una maternidad y uso un guardapolvo blanco de médica. Visito en su habitación a una mujer con un embarazo de término que espera que le saquen su bebe muerto. No puedo tolerar el olor a hospital ni mi angustia. Enero 1996:
Después de la pesadilla interminable de nuestro divorcio, quiero saber cómo es estar con otro hombre. Me siento virgen. Conozco un piloto de avión. Me lleva a mi casa y lo dejo entrar, aunque no quiero. Estamos juntos y después le pido que se vaya. Aunque no me gusta, espero que me llame. Julio 1999:
Me enamoro como nunca. Queremos hacer una familia y fantaseo con ser mamá de un varón a los 41, pero el cáncer se mete en el medio. Vamos a buscar el resultado de la biopsia mientras en la radio Jaime Roos canta «Si me voy antes que vos». Julio 2017:
Salgo temprano para mi clase de yoga. Voy apurada aunque no es tarde. Me tropiezo y aterrizo de trompa en la vereda. Gimo despacio del dolor. En la calle no hay nadie. Me llevo las manos a la cara. Me sangra la nariz. Camino de regreso a casa. Entro en calor. Llego a mi cuarto y lloro toda la mañana. Me doy cuenta cuánto necesito llorar. Ya no me desmayo.