Octubre 1981:
Mis padres dan una fiesta en casa. Me despierto en la cuna rodeado de barrotes. Angustiado trato de hablar para que alguien me saque de allí, pero me doy cuenta de que aún no sé hacerlo. Abril 1984:
Tengo mi primer sueño erótico con una niña de mi guardería. Abro una puerta y la veo sentada en el suelo vestida de negro con una trenza rubia. Ruth alza la cara y me lanza una mirada inequívocamente seductora. Me despierto confundido. Abril 1985:
Conduzco un Seat 127 sentado sobre las rodillas de mi padre por un camino rural. El viento nos da en la cara. Huele a pino, carne asada y Marlboro. Agosto 1988:
Copio un relato de misterio de una de esas revistas para consultar la programación de la tele: «La clave está en el dálmata». Se lo enseño a toda mi familia diciendo que lo he escrito yo. Unos me consideran un genio, otros un estafador. Agosto 1992:
Mi madre está a punto de dar a luz a mi hermana pequeña justo el día en que he conseguido quedar por primera vez con la chica que me gusta. Mi padre lo entiende, me ayuda a envolver un regalo que he comprado para ella y me lleva a la cita. Espero casi una hora, pero ella nunca llega. Junio 1996:
Mi madre unta con crema solar la espalda de mi padre. Me da mucha rabia porque sé que son nuestras últimas vacaciones familiares. Octubre 1998:
Viajo durante veinticinco horas entre Sevilla y París para ver por primera vez a mi grupo favorito, Depeche Mode. Yamuza cuela un queso azul en el coche. Mayo 2003:
La arena se acumula en la cuneta de la carretera que llega hasta una playa semidesierta. Me tumbo allí mismo a echar la siesta. Me siento tan libre que no me puedo dormir. Abril 2010:
No tengo trabajo y vuelvo a vivir en casa de mi madre. Estoy paseando al perro y quiero comprar cigarrillos. Saco del bolsillo un euro con veinte céntimos. Es todo lo que he conseguido reunir en 31 años. Decido cambiar de vida. Abril 2016:
Ella duerme sobre mi pecho como un animal indefenso, ahí fuera está el Caribe. Todo es perfecto.