Mayo 1978:
Se casa mi tío. Mi madre me ha comprado unos zapatos que no me gustan y que me hacen mucho daño. ¡No sé qué es lo que tiene tanta gracia! Enero 1979:
Acaba de nacer mi hermano. Yo quería llamarle Fofito, pero mi madre no ha querido. Le pone Antonio, como su padre y el mío. Diciembre 1983:
España gana a Malta 12-1. ¡Viva Juan Señor! En el último gol mi padre se quita una zapatilla para golpear la mesa mientras grita: «¡Goooooooooooooooooooooooool!». Agosto 1991:
Aterrizo en Muenster. Voy a vivir un año lejos de los míos y en un país que no conozco. La familia que me acoge ha venido a recibirme al aeropuerto de Dallas-Fort Worth. No entiendo nada pero yo sonrío. Octubre 2001:
Lo veo claro. Mi relación es tóxica y el futuro que me depara es una mierda. La voy a dejar ahora mismo. Marzo 2002:
¿Catorce pintas? —me pregunta Alberto. Correcto —le respondo—, de Guinness todas ellas. Mayo 2003:
Gemma se va a trabajar mientras yo sigo durmiendo en su cama. Su padre decide sorprenderla instalándole un nuevo lavabo, pero creo que el sorprendido acaba siendo él. Diciembre 2005:
Hugo tiene seis meses. Acaba de tomar cereales por primera vez en su vida y su cara denota tanto serenidad como rebosamiento. No le cabe ni medio gramo más. Presiento que hoy voy a dormir muy bien. Julio 2014:
Samuel descubre el chuletón de sidrería. Sólo tiene siete años. Me dice que la tortilla de bacalao me la coma yo, que a él lo que le gusta es la «chicha de Navarra». Mayo 2015:
Un meteorito atraviesa el cielo de Madrid y se estrella en el Vicente Calderón. Aparece Angus Young y me giro para ver la cara de Hugo y Sam. Me encuentro a miles de personas grabando con sus móviles lo que pasa en el escenario mientras ellos son de los pocos que atienden sin pestañear.